Lo más fácil hubiera sido que Cristina siguiese jugando o haciendo lo que estuviese haciendo, pero le dije: -"Cristina, coge tu tarea y como la cocina está ocupada la haces en la habitación de Leyre".
Al momento se presenta con su tarea y su estuche y, tras negociar, le convenzo para que haga tres hojas. Porque pienso que es el tiempo que necesito para seguir ayudando a Leyre. Sin mucha convicción de que me obedezca vuelvo a la cocina.
Al poco rato se presenta de nuevo e igual que antes trae su tarea y su estuche. Resignado, pienso que tenía razón: No ha podido hacer la tarea sola. Así que le vuelvo a decir:: -"Cristina, te he dicho que hagas la tarea". A lo que me responde: -"¡Ya está!"
Sorprendido, abro su carpeta y allí están las tres hojas hechas y yo me quedo con cara de bobo mirando a Cristina sin saber qué decir.