viernes, 28 de agosto de 2009

Cristina también reza


Mi mujer ha traído a casa este libro de oraciones para niños. En él están las oraciones que desde muy pequeña enseñamos a Leyre a rezar: "Jesusito de mi vida" y la oración del Angel de la Guarda. A Cristina no, porque no hablaba. A pesar de ello Leyre me dijo un día: -"¿Por qué Cristina no reza?"

No supe qué contestar, pero reconocí que Leyre tenía razón: Aunque no supiera hablar Cristina también tenía que rezar. Así que yo empecé a decir por Cristina sus oraciones. Día tras día durante meses y meses.

Luego Cristina empezó a hablar y yo entonces le dejaba que al menos acabase cada frase de la oración, y según iba pasando el tiempo Cristina decía más palabras y yo menos.

Ahora Cristina ya reza ella sola. Yo le digo: - "Cristina a rezar" y empieza a recitar sus oraciones, todavía no pronuncia bien todas las palabras y es posible que no se entere muy bien de lo que dice, pero ¿Quién en el cielo o en la tierra se va a negar a escucharla?


viernes, 21 de agosto de 2009

Autorretrato



Cuando voy en bici siempre llevo mi cámara de fotos y el otro día me la dejé colgada de la bicicleta en la terraza de la cocina. Mi mujer me avisó que ahí no estaba bien y que como cayese en manos de Cristina pudiera ser que la cámara no lo contase.

Pero ya era tarde. Hoy cuando me he puesto a descargar las últimas fotos me he encontrado con la que he puesto arriba. Destacaba entre todas las demás que había hecho yo, en ésta se respira naturalidad.


P.D.: La cámara sigue funcionando perfectamente.

sábado, 15 de agosto de 2009

No hay nada mejor



Cuando vamos de vacaciones a mi pueblo solemos acercarnos a bañarnos al Lago de Sanabria. De pequeñas Cristina y Leyre se pasaban todo el rato en el agua. Cristina, no paraba de entrar y salir jugando en la orilla.

Hasta que sentía frío y se salía del agua, pero en vez de envolverse en una toalla o juntarse con nosotros para que le diéramos calor, se tumbaba encogida en una silla de playa tiritando toda ella.

Al punto mi mujer la cogía, la tapaba y aprovechaba para tenerla un rato abrazada junto a ella. Estos eran uno de los pocos momentos en que Cristina estaba quieta y se dejaba abrazar. Así que los intentábamos alargar lo más posible, no sólo por ella, sino también por nosotros.

No creo que Cristina rechazase nuestros abrazos porque le disgustase estar junto a nosotros, o porque prefiriera seguir viviendo aislada de todos. Yo pienso que todavía no sabía lo bien que se podía estar entre brazos de su madre o de cualquier otra persona que le quisiera.

Puede resultar extraño que haya niños que tengan que aprender estas cosas, pero lo importante es que son capaces de aprenderlo, y cuando lo consiguen cualquier gesto de cariño por parte de ellos es la mayor satisfacción que se pueda recibir.

viernes, 7 de agosto de 2009

...Y repicando


Después de la Misa que se celebró en mi pueblo en honor a Santiago Apóstol hubo un aperitivo. Como suele ser habitual todo el mundo nos lanzamos a comer como si lleváramos una semana ayunando.

En ello estábamos, cuando miro a mi alrededor y Cristina ya no estaba. El pueblo es pequeño y no se puede ir muy lejos, pero hay casas viejas y muchas zarzas.

La estuve buscando alrededor de la iglesia pero no la veía por ninguna parte, y sin embargo sí que oía que las campanas de la iglesia estaban sonando.

Por fin me di cuenta, que si alguien estaba tocando las campanas sin motivo alguno, tenía que ser Cristina. Y allí estaba encima del campanario echando un repiquete.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, había oído campanas y sabía dónde.